Benito Pablo Juárez García (San Pablo Guelatao, Oaxaca, 21 de marzo de 1806 – Ciudad de México, 18 de julio de 1872) fue un abogado y político mexicano, de origen indígena zapoteca, Presidente de México en varias ocasiones del 18 de diciembre de 1857 al 18 de julio de 1872.[1] [2] Se le conoce como el "Benemérito de las Américas".[3] Benito Juárez es célebre por su frase "Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz."
Benito Juárez vivió una de las épocas más importantes de México, considerada por muchos historiadores como la consolidación de la nación como República. Juárez marcó un parteaguas en la historia nacional, siendo protagonista de primer nivel de esta época. Su biografía durante los años que ocupó la presidencia es casi en su totalidad también la historia de México.
Cuando Benito Juárez llegó a ocupar la Presidencia de la República los personajes del Partido Liberal que entonces brillaban con luz propia eran Melchor Ocampo, Ignacio Manuel Altamirano, Ignacio Ramírez, Miguel y Sebastián Lerdo de Tejada, Guillermo Prieto, Francisco Zarco, Jesús González Ortega, Vicente Riva Palacio. Eran actores que habían labrado un nombre en la arena política nacional por sus habilidades como representantes en el Congreso, o por su participación en las leyes, las armas o las letras. Juárez carecía de esos talentos. Sin embargo, frente a esa pléyade de "hombres que parecían gigantes", como los llamó Justo Sierra, Benito Juárez construyó su propio camino para alcanzar uno de los lugares más altos en la memoria nacional. Como dice Daniel Cosío Villegas, "En Juárez se dieron, en una proporción muy finamente equilibrada, el estadista y el político, es decir, el hombre de Estado, capaz de concebir grandes planes de acción gubernamental, y el hombre ducho en la maniobra política". Con esas virtudes Juárez puso en acto las leyes de Reforma que cambiaron el destino de la República. Basta recordar aquí las sustantivas:
* Separación de la Iglesia del Estado
* Nacionalización de los bienes de la Iglesia
* Registro civil de los nacimientos, casamientos y defunciones
* Instauración de la educación laica
En el manifiesto que dirigió a la nación para explicar el sentido de esas leyes, escribió: estas medidas "son las únicas que pueden dar por resultado la sumisión del clero a la potestad civil en sus negocios temporales, dejándolo, sin embargo, con todos los medios para que pueda consagrarse exclusivamente al ejercicio de su ministerio". De este modo, decía, el gobierno "cree también indispensable proteger en la República, con toda su autoridad, la libertad religiosa", la libertad de cultos. Estas leyes, seguidas por la determinación intransigente de su cumplimiento, dieron origen a la nación secular, sustentada no en el privilegio.
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